¡Buenos días!
Hoy vengo de mi largo retiro para daros un consejo que puede que mucha gente no entienda su función, pero creedme que es MUY RECOMENDABLE. Y es el de, a la hora de practicar una determinada obra, sea con el instrumento que sea, utilicemos una fotocopia. Pero, ¿y esto por qué? A continuación veremos una serie de ventajas con su respectiva explicación.
*Partiremos del supuesto que tengamos un libro de partituras en nuestro poder, ya que entiendo que si este no es el caso, ya tengamos nuestras partituras impresas en folios.*
1) Incomodidad a la hora de usar nuestro libro de partituras. Comodidad de usar uno o más folios.
En primer lugar, es más que probable que nuestro libro de partituras no sea cómodo de utilizar. Puede que tenga un número demasiado elevado de páginas, y que esto provoque que el libro no se nos quede abierto por la página que nosotros queremos, a no ser que utilicemos algo para sujetar las páginas (como pueden ser unas pinzas de tender la ropa). Hay veces que esta pequeña solución nos puede servir, pero hay otras que ni siquiera con este tipo de métodos el libro se queda quieto. Además, si en medio de la obra tenemos que pasar una página, no lo podremos hacer con rapidez al tener las pinzas puestas. Es un verdadero incordio.
Este de aquí es el libro de partituras que me vino con el piano cuando me lo regalaron mis padres (ya hace cosa de 10 años por lo menos), y como podéis ver aún lo conservo. Está forrado, y aunque ha sufrido mucho uso, se podría decir que sigue estando bastante bien. Al tener tantas partituras (un total de 50 obras, que no es poco que se diga) es imposible que este libro se mantenga de pie abierto, a pesar de las pinzas que le pongamos. Tiene vida propia y se abre cada dos por tres o, si conseguimos que se mantenga abierto, a los pocos segundos se nos cambia la página que estábamos a mirar. En este caso, imprimir la obra que queramos y tenerlo en folios individuales es algo casi necesario.
Por el contrario, uno o más folios son mucho más manejables, más fáciles de manipular y se van a quedar en su posición. Lo único que puede pasar es que, con el tiempo (mucho tiempo), la página acabe cediendo y curvándose hacia atrás. Tengamos en cuenta que esto puede ser comprensible, al fin y al cabo es un folio y no un cartón. Para evitar esto, cuando no estemos a utilizar el piano o nuestro instrumento, podemos dejar las partituras en horizontal en vez de vertical, o simplemente guardar los papeles en cualquier otro sitio, sin dejarlo de pie en el atril.
2) Preservar nuestro libro de partituras en perfectas condiciones.
Esta es una ventaja muy importante para mí, ya que algún día me gustaría tener mi pequeña colección de partituras y, a poder ser, en el mejor estado posible. Desde hace unos meses tengo mis 2-3 libros de partituras forrados. De esta forma podemos proteger lo que viene a ser la portada y la contraportada, y que nuestro libro aguante en un buen estado muchos muchos muchos años.
Esto no significa ni mucho menos que no utilicemos nuestro libro nunca más. Se puede abrir, se puede ojear, se puede utilizar con total libertad. Esto es más que nada para poder transportarlo con tranquilidad de que no le vaya a pasar nada, o el poder meterlo y sacarlo de la estantería sin miedo a que se pueda dañar el libro.
Sin embargo, lo que más daño le hace al libro es el tener que ponerlo en la "posición de estudio". Para poder estar leyendo una partitura al mismo tiempo que se toca un instrumento, el libro tiene que aguantar abierto de par en par por sí mismo, por lo que tendríamos que abrir completamente el libro por las páginas que quisiéramos y hacer presión de forma repetida, incluso doblándolo hacia atrás para que así aguante la forma. Conclusión, el libro sufre mucho y luego, cuando tengamos que cerrar el libro, es probable que no se cierre de todo por todas las dobleces que tiene. Es por esto que recomiendo imprimir las páginas que necesitemos, y así podamos utilizar los folios y dejar nuestro libro guardado.
Este de aquí es uno de mis libros de partituras, forrado para que así la portada y la contraportada se mantengan en todo su esplendor.
3) Poder hacer anotaciones en la propia partitura.
Esto es algo muy útil a la hora de aprender una obra nueva, anotar nuestras cosas con lápiz o bolígrafo en la misma partitura. Por ejemplo: remarcar cierta información que quieres ver con claridad a la hora de estar tocando esa obra, subrayar una nota que siempre fallas y quieres que los ojos se centren en ello, indicar de que sitio a que sitio estás estudiando ahora mismo, anotar zonas difíciles, recomendaciones, y un largo etcétera. Si todo esto lo hacemos en nuestro libro de partituras, después no habrá marcha atrás. Si se hace con lápiz siempre lo podemos intentar borrar, pero es difícil quitar todas las marcas, y si se hace con bolígrafo ya imposible. Si por el contrario tenemos una partitura impresa en un folio, no tendremos ninguna complicación en coger todos los lápices, bolígrafos y rotuladores que se nos imaginen para poner ahí toda esta información.
Esta ventaja es además súper útil para aquellos profesores y profesoras que quieran enseñar una partitura a muchos de sus alumnos y alumnas. Cada uno de ellos necesitará determinada información en su partitura, puede que haya gente que necesite fijarse en una cosa, y puede que haya gente que esa cosa no se la tengamos que recalcar porque ya lo hace bien. Es tan fácil como coger nuestro impecable libro de partituras, hacerle una fotocopia a cada persona que lo necesite, y ya en esa hoja se podrá poner todo lo que se quiera.
Nada más por hoy. ¡Espero que todo esto os sirva de utilidad!
Un saludo,
N.